lunes, 17 de diciembre de 2007

Ociosidad





Tengo una amiga italiana que realizó una tésis de final de carrera muy interesante. La carrera era una de esas que los que hemos nacido en los años setenta no conocemos bien. Es algo así como políticas y comunicación, todo junto. Les enseñan cosas tremendamente útiles y les resulta menos complicado aprobar las asignaturas. En su trabajo, mi amiga Ilaria hablaba sobre lo útil que sería poner las nuevas tecnologías de comunicación al servicio de la vida política y administrativa. No lo pensaba como una extensión o mejora de los procedimientos existentes sino como un cambio en el concepto mismo de participación ciudadana. Hoy en día, el único momento en el que el estado realiza una consulta sobre el rumbo que las pequeñas o grandes decisiones deben tomar sucede en las elecciones cada cuatro años. Las promesas que se realizan en esa época no son tomadas muy en serio por los ciudadanos porque la memoria es dinámica y desplaza lo más importante a lo menos importante. Promesas importantes en las elecciones no suceden porque nadie las recuerda ya. Muy poca gente se lee el programa político de éste o aquel partido. Es más, ¿a quien le importa algo que reside entre pocos, entre entes abstractos e intangibles? Como resultado de esta abstracción la unión europea, con lo que mucho que amo este concepto, a la hora de reafirmar su funcionamiento, es negada por un número importante de ciudadanos y por ende de naciones. No creo que fuera la misma constitución rechazada sino la falta de participación. ¿Qué narices es eso de Bruselas y quien toma las decisiones que a mí me afectan?

Sin embargo, cada día nos vemos favorecidos por las nuevas tecnologías para expresarnos. A través de nuestros teléfonos móviles localizamos a personas importantes en momentos claves. A través de mi mail largo cabos a pantalanes que me salvan de la tempestad, a través de Internet creamos sociedad pues seguimos sintiendo invariablemente, inevitablemente. Favorecer los medios para compartir estos sentimientos es hacer patria sin fronteras. El único esfuerzo a realizar por los interlocutores será conocer la diferencia entre quienes queremos ser y lo que realmente somos.

En esta encrucijada Ila se plantea introducirnos, apostar por la iniciativa ciudadana. Dotar a la administración de estos ya baratos dispositivos para que, por ejemplo, los habitantes de un pequeño barrio de la gran ciudad de Roma puedan decidir en dos semanas si prefieren horarios de apertura de bares conservadores o atrevidos, impuestos sobre el patrimonio o sobre los automóviles, bodas gays o con animales, tropas en Darfur o limpiando crudo. Utilizar los medios disponibles no sólo para el consumo.

Claro, el trasladar el poder al pueblo hace pensar si el pueblo está preparado o si somos incapaces. El mismo concepto de democracia si somos consecuentes debería responder afirmativamente a la pregunta. Lo estamos y si no lo estamos merecemos darnos la castaña para averiguarlo. Por otro lado, tal y como estamos organizados es como queremos estarlo. Las clases sociales están ya casi derogadas, al menos aquí en España. ¿Nos interesa el compromiso o es sólo una pose demagógica? ¿Es la responsabilidad de decisión algo que deseamos todos o sólo unos cuantos?
Este fin de semana he visitado una exposición de fotografía un tanto inquietante en la sala que el Canal de Isabel II dispone en la calle Santa Engracia 125. Éste es el espacio de exposición que más me gusta en Madrid, se trata de un antiguo depósito de agua vertical con uniones metálicas remachadas. La expo trata del fotógrafo Don Mc Cullin (no confundir con Macaulay Culkin) con sus fotos sobre guerras y otros desastres. El pobre realizó instantáneas tan duras que le dejaron, parece ser, para siempre afectado. La Neurosis evidente en el rostro de este soldado participante de la ofensiva del Tet en Vietnam es la imagen que más me ha sensibilizado. Tiene otras mucho más crudas pero es ésta la que más consternado me dejó. Lo que han visto los ojos de este soldado tiene mucho trasfondo y hace pensar sobre la importancia de tomar las decisiones importantes entre todos, aún si nos equivocamos. Es evidente que ya han tomado decisiones muy equivocadas entre sólo unos pocos.

4 comentarios:

Viernes dijo...

Te sales... te sales... felicidadespor este blog tan bueno!!!
Había escrito un "sesudo" comentario a cerca de la democracia express o tecnológica que comentas, pero mi torpeza precisamente en lo tecnológico ha borrado el comentario...
Mi conclusión era que el referemdum casi diario y vinculante iba a estar sometido, más que a la eterna presión de los medios a la precipitación y al muy fácil equívoco... y mira por dónde como si de un referemdum virtual se tratase, mi comentario fue fallido y no se publicó... de modo que ahora pienso, además de lo anterior en todos aquellos votos no refelxionados que habría y en aquellos otros que simplemente fuesen "equivocados" por el uso "torpe" de las tecnologías...!!
En fin, lo dicho, un blog magnífico!! Ánimo

Juambo dijo...

Gracias viernes

Coincido contigo en que, efectívamente, el error no se podría eliminar nunca.
Eso nos define como inimitables.

Tus ánimos son muy bienvenidos

Viernes dijo...

El error no es el problema... el problema es el precio a pagar por el error... no crees?
saludos bloggeros

claxontre dijo...

qué bien has engarzado el planteamiento del principio con el razonamiento del final, ¡qué pensador estás hecho! qué forma de atajar las dudas que pudieran surgirnos incluso a los que nos consideramos librepensadores sobre una democracia tan viva y tan tecnológica. mu hábil, primo