lunes, 12 de mayo de 2008

Retorno al mamoneo



Aquí vuelvo, no os habéis librado de mí aún. He estado fuera de vacaciones y me he cambiado de casa a una donde no hay casi Internet. Digo casi porque las ondas marcianas que cojo para conectarme son del todo escasas. Algún recién casado despistado supongo, el resto todo con claves. Me temo que debo contratar con algún gigante.

Primero y por el episodio de Zaplana y muchos otros opto por hablar con ONO (en adelante coño). Tras hacerme una oferta estrella y exprimirles para que me regalen el router Wi-fi, me hago el contrato con ellos. Al mes, cuando telefónica ha quitado la oferta de alta gratis me llama una simpática operadora de COÑO y me dice que no tienen cobertura en mi zona hasta dentro de tres meses. Rompo el contrato con COÑO y me dispongo a apoquinar los cien louros que cobra TIMOFÓNICA por darme de alta.

No me resisto, son gigantes. Sigo buscando la forma de abaratar su factura. Es ilusionante.

El resto del comienzo de la nueva casa lo estoy viviendo con verdadera ilusión. Mi madre es incluso mamá y me ayuda mucho. Con calma, sin pausa tampoco, estoy redecorando mi vida. Llenando espacios que identifico vacantes.

El viaje de vacaciones lo hice en un crucero tipo Love Boat pero más cutre porque era italiano y los italianos son marchosos, gritones y sacacuartos. Tienen estilo sin embargo. Las italianas son guapas y sin embargo difíciles de entrar, máxime cuando son todo parejas o menores de edad, a las cuales ni aún con las leyes del mar son accesibles. Hay por otro lado un océano a tu disposición para pensar las cosas, un mar para sentirlas. He visitado muchas ruinas y he hecho el tonto con las actividades disponibles pero sobre todo a lo que me he dedicado ha sido a disfrutar del contacto de mi familia con la cual me siento afortunado y muy dichoso cuanto más mayor me hago. Esencial la dosificación.

Adjunto una foto del Costa Serena, un barco que desplaza más de 100.000 toneladas y se queda tan pancho. Para mí visitarlo, fijándome en su terminación, ha sido una de las visitas más interesantes del viaje. Construir o gobernar un buque así no es tarea ni de una ni de dos personas, no se hace en una mañana y permite errores porque es una concepción humana. Aún con todo, se sentía uno estupendamente en la nave cuando el movimiento de sus 3500 ocupantes estaba medianamente coordinado.

5 comentarios:

Viernes dijo...

Querido Juambo,
Ellos son gigantes porque nosotros nos vemos a nosotros mismos más pequeños de lo que somos...(De todas maneras mira quien fue a hablar de tamaño, ja ja ja)... en todo caso con ondas o sin ellas lo importante es hacer de una casa un hogar en el que sentirse cómodo y feliz, que sea a la par refugio para y lugar de acogida para otros, que nos haga sentir independientes y a la vez vulnerables... de ese modo cualquier sitio podrá ser enseguida nuestro hogar, pues la libertad es el más bello espacio en el que vivir... y... por qué no, un día, en el mar...
Saludos chopiteros!

Viernes dijo...

Fe de erratas:
"...refugio para UNO y lugar..."

Anónimo dijo...

Boeta, inútil resistirse a Telefónica. Es tontería. Como mucho les podrás sacar descuentos sobre todo cuando lleves un tiempo y les amenaces con pirarte.
Cuando te empiecen a llegar las facturas, revisa minuciosamente, porque como los demás, te intentarán colar, contratos de mantenimiento, controlador para que no vean guarradas los niños, etc etc que tú no has pedidos que te cobran cada mes.
Abrazo. ¿El itinerario del crucero?

Pabloq

Juambo dijo...

Hey Viernes, se agradecen tus comments. Libertad sin hira, libertad!! Me apunto a ese tren.

Espero que os haya ido genial por Portugal.

Un abrazo

Juambo dijo...

Pabloque,

Amenazaré con pirarme del gigante en breve. Revisaré bien a conciencia las facturas ahora que estoy fuera del centro y el vicio me deja más tiempo para tener una vida mínimamente ordenada. En cuanto tenga mesa, estáis convidados.

El crucero fue de Venecia-Bari-Olimpia-Efeso-Estambul-Dubrovnic-Venecia. Olimpia y Bari pueden ser saltadas sin que Ulises te ponga falta.

Un abrazo