En el comienzo del verano de 2003 fui al cine a ver el documental sobre Fidel Castro que había realizado Oliver Stone. Quedé alucinado por la lucidez del verbo de Castro y por la inteligencia de sus singulares y valientes ideas. Ese mismo verano, junto con mi hermana y un amigo, salimos para Cuba hacia un viaje intenso.
Viajé con la idea de que tanto consumismo en "occidente" nos estaba perjudicando al saboreo de los placeres simples, causando depresiones por no encontrar la sospechada felicidad suprema, por una incesable ansiedad que no nos llevaba a nada. Estas enfermedades creía yo que tenía mi cultura también. Algo transladado de algún sinsabor personal, supongo, algo con razón también.
Cuba es un sitio extraordinario y supongo que siempre lo ha sido. La gente es naturalmente inteligente, con una energía creativa inigualable. La isla es preciosa y el diálogo es tremendo. La moral se mueve por linderos arriesgados y el sexo es otra cosa distinta a la de acá. No hay razón en justificar estos valores tan extraordinarios basándose en su sistema político. No se entiende en Cuba ni en ningún otro país.
La enfermedad de Cuba no reside en que no tengan para comer (que sí lo tienen, quizás nada opulento pero nadie pasa hambre), ni tampoco en que las ideas de la revolución sean malas, sus ideas son buenas pero pasan por el virus de Cuba. La enfermedad de Cuba es la falta de libertades. Sin ellas y sin la permeabilidad que hoy en día conllevan, la isla se convierte en una especie de circo para turistas y donde la gente sólo puede echar de menos y no interactuar con ella. Es como una novia a distancia que está muy ocupada en sí misma. Es una patraña decir que la gente crea en ello. La gente, como aquí, cree en lo que puede y además, como dice Castro en su mono-doc, está predispuesta a creer. La gente se escapa, como de la pobreza de África.
Hoy he visto el documental de nuevo en la tele y casi vuelvo a quedar prendado de la dialéctica de Castro. Dos cosas me han despertado. Dice que le encanta persuadir a la gente (es un coñazo de pibe, echa discursos de horas) y también que en la vida se ha preguntado ni por un momento si necesitaba un psiquiatra. Vive aislado y así morirá, en su mundo.
Viajé con la idea de que tanto consumismo en "occidente" nos estaba perjudicando al saboreo de los placeres simples, causando depresiones por no encontrar la sospechada felicidad suprema, por una incesable ansiedad que no nos llevaba a nada. Estas enfermedades creía yo que tenía mi cultura también. Algo transladado de algún sinsabor personal, supongo, algo con razón también.
Cuba es un sitio extraordinario y supongo que siempre lo ha sido. La gente es naturalmente inteligente, con una energía creativa inigualable. La isla es preciosa y el diálogo es tremendo. La moral se mueve por linderos arriesgados y el sexo es otra cosa distinta a la de acá. No hay razón en justificar estos valores tan extraordinarios basándose en su sistema político. No se entiende en Cuba ni en ningún otro país.
La enfermedad de Cuba no reside en que no tengan para comer (que sí lo tienen, quizás nada opulento pero nadie pasa hambre), ni tampoco en que las ideas de la revolución sean malas, sus ideas son buenas pero pasan por el virus de Cuba. La enfermedad de Cuba es la falta de libertades. Sin ellas y sin la permeabilidad que hoy en día conllevan, la isla se convierte en una especie de circo para turistas y donde la gente sólo puede echar de menos y no interactuar con ella. Es como una novia a distancia que está muy ocupada en sí misma. Es una patraña decir que la gente crea en ello. La gente, como aquí, cree en lo que puede y además, como dice Castro en su mono-doc, está predispuesta a creer. La gente se escapa, como de la pobreza de África.
Hoy he visto el documental de nuevo en la tele y casi vuelvo a quedar prendado de la dialéctica de Castro. Dos cosas me han despertado. Dice que le encanta persuadir a la gente (es un coñazo de pibe, echa discursos de horas) y también que en la vida se ha preguntado ni por un momento si necesitaba un psiquiatra. Vive aislado y así morirá, en su mundo.
7 comentarios:
con la distancia que dá el tiempo; pienso en mi viaje a Cuba y recuerdo que volví algo enfadada porque me pareció una gran mentira "para turistas", exactamente como lo describes.
Ahora sé que también es un lugar muy especial que conserva una belleza decadente y una alegría pícara difícil de encontrar tan concentrada.
por alguna razón también he recordado ese viaje estos días
y espero y deseo que puedan tener una buena transición política que les permita respirar libertad
un bso,
maría
Bienvenida siempre maría.
Es cierto que lo pícaro allí es bandera.
Veremos pronto que pasa con cuba y su sucesión porque el tío ya ha salido demasiadas veces en chandal.
Le continua el tonto pollas del Chavez pero no le llega ni a las nike que siempre lleva llenas de betún para que no se vea la marca imperialista.
Un beso veraniego
Amigo Boeta, hace unao días yo también vi el documental de Oliver Stone sobre Fidel. Confieso que la lucidez del verbo de Castro no me parece tal. Más bien verborrea, rodeos y paseos por los cerros de Úbeda para no contestar a lo que se le pregunta.
No he estado en Cuba, pero sí estuvo mi madre con una de sus cuñadas hace un par de años. Se alojaron en casa de una prima de ésta que lleva muchos años viviendo allí. Lo cierto es que cuando la gente habla en la intimidad, no lo hacen igual que delante de la cámara de Stone y el representante del régimen que supervisa las grabaciones.
Personalmente, personajes como Hu Jintao, Mohamed VI, tan amigo de nuestro rey, o el propio Fidel Castro me parecen hideputas con todas las letras.
Buen verano, tron.
Querido Juambo,
el camino me ha devuelto al mar, como buen chopito y navegando reencuentro tus sacudidas letras... yo no he estado en cuba, pero sí alguna vez como una ídem... y creo que ese es el único estado en el que puede estar un pueblo para no haber hecho volar por los aires al del puro hace años... igual que los españoles que tuvimos al gallego en palmitos demasiado tiempo... demasiado tiempo... tiempo perdido...
Ah! y coincido con Ángel, nunca te dejes engatusar por un hidepu como el los llama... una cosa es ser ingénuo y otra gilipollas perdido...
(experiencia personal...)
Saludos chopiteros!
angelón, el cubano es tan listo y tan adaptado al turismo que es capaz de decirte lo que tu quieres oir sin darte cuenta, sin saber siquiera qué es lo que piensas.
no todos, por supuesto,algunos afortunados son librepensadores y el caribe no les afecta.
don viernes, como no me sé el planning, no sé si me escribes desde grecia o desde alicante o qué, carallo. de todas formas, me alegra leerte. el tiempo, yo creo al igual que manolo garcía, que nunca es perdido. sin embargo me hubiera gustado darle a paquito en la frente. a este no sé si le hubiera ayudado a otros.
buen verano a los dos, que os lo curráis mucho, joé
vive la resistance!
Querido Juambo,
Dada tu altura, a Franco le hubieras dado en el cogote, barbillazos... ja ja ja. Pero no se si los grises te hubieran dejado... o si tu hubieras podido con ellos... aunque no está mal como escena de regreso al futuro 4, ja ja.
un abrazo... ya desde Madrid.
Saludos chopiteros!
Es un reducto en el tiempo, la maquina del tiempo ya la tenemos nos la venden en Iberia, Halcon Viajes etc..... Viaja en cuba digo en el tiempo.
Publicar un comentario