A bote pronto es como se saca un balón peligroso, lejos y fuerte. Es muy fácil fallar el tiro porque depende de cómo bote la pelota. Puede botar hacia donde no se planeaba y entonces forzar la patada hacia un sitio inesperado. Casi siempre se escapa lejos, aún así. He visto como, en alguna ocasión, alguien hacía un gesto de enorme fuerza y debido a un imprevisto, el balón ha ido a parar a los pies del atacante que fácilmente y para horror del defensor, marcaba un estruendoso gol.
Eso sí, cuando se impacta el balón en el centro y la bola sale despedida hacia una larga distancia, en el momente en que la carga de la pierna es mayor, le invade a uno la sensación de estar lleno y de tener una enorme fuerza. La bola en esos casos suele irse bien pero que bien lejos.
Estos episodios de potencia sin mesura son lo que yo llamo goles de defensor. Nadie los observa en detalle porque son muy personales. El equipo defensor, en permanente tensión de vigía de la cubierta de la nao partido, es muy sensible a estos goles pero los celebra mucho más discretamente. Ciertamente, ya lo sé, no es como el sonado gol de delantero pero quería que en el nombre de la gente grande se supiera como es esta sensación de primera mano, sin intrometidos pequeñitos (diríase mini-metome-entodo) que empiecen a hablar del regate como si fuera eso lo único importante del tema. Oigan, escuchen a este goliat del balón y hagánle caso, no más: el balón es capaz de apepinarse mucho si se le pega bien fuerte. Es incluso capaz de desprender un ruido por el cual comunica a los presentes cercanos que va a desaparecer por un buen rato, una especie de "ciao" maquinal, bruto, explosivo y a la vez precioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario